La moda cambia cariño, pero la elegancia, no.
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- ¿Tiene experiencia
con cuadripléjicos?
- No.
- Estamos hablando de pérdida completa de las piernas y uso muy limitado de brazos y manos. ¿Eso le molestaría?
- No tanto como a él. ¡Obviamente!
- No.
- Estamos hablando de pérdida completa de las piernas y uso muy limitado de brazos y manos. ¿Eso le molestaría?
- No tanto como a él. ¡Obviamente!
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- Cada vez que
hablo, me mira como si fuera estúpida.
- Para ser sincera, eres bastante estúpida.
- Sí, pero él aún no lo sabe. Quizá es así con todo el mundo hasta estar seguro de que vas a quedarte.
- Solo pasaron 10 días. Parece una eternidad.
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- Para ser sincera, eres bastante estúpida.
- Sí, pero él aún no lo sabe. Quizá es así con todo el mundo hasta estar seguro de que vas a quedarte.
- Solo pasaron 10 días. Parece una eternidad.
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Solo puedes ayudar a
alguien si quiere que lo ayuden.
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- ¿Y si dijera que
no la quiero aquí?
- A mí no me contrató usted. Me contrató su madre. Así que, a menos que ella diga que no me quiere más, yo me quedo. No porque me importe usted o disfrute de su compañía sino porque necesito el dinero. De verdad necesito el dinero.
- A mí no me contrató usted. Me contrató su madre. Así que, a menos que ella diga que no me quiere más, yo me quedo. No porque me importe usted o disfrute de su compañía sino porque necesito el dinero. De verdad necesito el dinero.
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- Me sorprende que
hayas llegado a la edad de... ¿cuántos?
- Veintiséis.
- Veintiséis y nunca viste una película con subtítulos.
- A mí me sorprende que tú hayas llegado a la edad de 31 sin que te encerraran en un armario por ser tan esnob.
- Veintiséis.
- Veintiséis y nunca viste una película con subtítulos.
- A mí me sorprende que tú hayas llegado a la edad de 31 sin que te encerraran en un armario por ser tan esnob.
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- ¿Qué haces de tu
vida cuando no estás aquí, Louisa Clark?
- Paso tiempo con mi familia. Y voy al bar. Miro la televisión. Miro correr a Patrick.
- ¿Patrick es tu novio?
- Sí.
- Pero ¿no corres con él?
- No es lo mío.
- Es una lista impresionante de pasatiempos.
- No. Leo un poco. Y me gusta la ropa.
- ¿Te gusta la ropa?
- No hago muchas cosas. Voy al trabajo, regreso a casa y eso es todo.
- ¡Vaya! Tu vida es más aburrida que la mía.
- Paso tiempo con mi familia. Y voy al bar. Miro la televisión. Miro correr a Patrick.
- ¿Patrick es tu novio?
- Sí.
- Pero ¿no corres con él?
- No es lo mío.
- Es una lista impresionante de pasatiempos.
- No. Leo un poco. Y me gusta la ropa.
- ¿Te gusta la ropa?
- No hago muchas cosas. Voy al trabajo, regreso a casa y eso es todo.
- ¡Vaya! Tu vida es más aburrida que la mía.
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- Cuando era niña mi
mamá me compró botas de lluvia con brillos y yo no quería quitármelas. Las usé
en la cama y en el baño todo el verano. Mi atuendo preferido era esas botas,
con mis medias de abejita.
- ¿Medias de abejita?
- Negras con rayas amarillas.
- Santo Dios.
- Me encantaba tener piernas rayadas.
- ¿Qué pasó con esas botas y las medias rayadas?
- Me quedaron chicas. Me rompió el corazón. Ya no hacen esas medias. Al menos, para adultos.
- ¡Qué raro!
- ¿Medias de abejita?
- Negras con rayas amarillas.
- Santo Dios.
- Me encantaba tener piernas rayadas.
- ¿Qué pasó con esas botas y las medias rayadas?
- Me quedaron chicas. Me rompió el corazón. Ya no hacen esas medias. Al menos, para adultos.
- ¡Qué raro!
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- ¿De dónde sacaste
ese gusto exótico?
- ¿A qué te refieres?
- No puede haber sido de aquí.
- ¿Por qué no?
- Porque a este lugar viene la gente cuando se cansó de vivir de verdad. Gente que cree que emocionante es un cartel de "Silencio" en la biblioteca. Deberías estar ahí, llevándote el mundo por delante. Mostrándole tus zapatos de duende a hombres raros.
- ¿A qué te refieres?
- No puede haber sido de aquí.
- ¿Por qué no?
- Porque a este lugar viene la gente cuando se cansó de vivir de verdad. Gente que cree que emocionante es un cartel de "Silencio" en la biblioteca. Deberías estar ahí, llevándote el mundo por delante. Mostrándole tus zapatos de duende a hombres raros.
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- ¿Quieres que sea
más parecida a las chicas que conoces? Que vaya a Londres y me case con alguien
como Rupert. E ignorar que en cinco años se acostará con su secretaria. Y
quejarme de él en las fiestas sabiendo que no me dejará para no pagar
manutención y tener relaciones cada seis semanas y escucharlo decir cuánto ama
a los niños mientras no hace nada por ellos. Y tener el cabello perfecto pero
el rostro desencajado por nunca decir lo que realmente pienso y desarrollar un
vicio loco por Pilates y comprar un perro o un caballo enamorarme del
instructor de equitación y ver a mi esposo comenzar a correr a los 40 y
comprarse una Harley y saber que cada día que va a la oficina y mira a los
jóvenes siente que, de alguna manera, ¡lo engañaron! Y abandonarlo de todos
modos y regresar aquí para que los niños tengan una infancia feliz.
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- ¡No puedo creer
que quieras ayudar a nuestro hijo a terminar con su vida!
- Prefiero eso a que se arriesgue a hacerlo solo otra vez. No fue una llamada de atención, Camilla. Tenía toda la intención. Lo sabes. De este modo, podemos estar con él apoyándolo, dándole nuestro amor.
- ¡Es mi hijo!
- ¡Sí, también es mío! Es su opción. Esto es lo que quiere. Sabes cuánto sufre.
- Prefiero eso a que se arriesgue a hacerlo solo otra vez. No fue una llamada de atención, Camilla. Tenía toda la intención. Lo sabes. De este modo, podemos estar con él apoyándolo, dándole nuestro amor.
- ¡Es mi hijo!
- ¡Sí, también es mío! Es su opción. Esto es lo que quiere. Sabes cuánto sufre.
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- Lou, no puedes
abandonarlo. Tienen dinero, ¿no?
- ¡No quiero su dinero!
- No, no para ti, ¡tonta! Si eso es lo que en realidad quiere entonces usa el tiempo que le queda. Hazlo especial. Pídeles dinero a los Traynor y vuélvete loca. No sé, organiza ir a nadar con delfines, caída libre, un lindo y sexi baile privado. A los chicos de la ciudad les gusta eso. Muéstrale lo bueno que pueden ser estos meses. Llévalo a lugares. Haz que se ría. ¿Y si esa lista logra algo más? ¿Y si hace que cambie de opinión?
- ¡No quiero su dinero!
- No, no para ti, ¡tonta! Si eso es lo que en realidad quiere entonces usa el tiempo que le queda. Hazlo especial. Pídeles dinero a los Traynor y vuélvete loca. No sé, organiza ir a nadar con delfines, caída libre, un lindo y sexi baile privado. A los chicos de la ciudad les gusta eso. Muéstrale lo bueno que pueden ser estos meses. Llévalo a lugares. Haz que se ría. ¿Y si esa lista logra algo más? ¿Y si hace que cambie de opinión?
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- Sácate el chal.
- ¿El chal? ¿Por qué?
- Si vas a lucir un vestido así, debes hacerlo con confianza.
- Solo tú, Will Traynor le dirías a una mujer cómo usar un maldito vestido.
- ¿El chal? ¿Por qué?
- Si vas a lucir un vestido así, debes hacerlo con confianza.
- Solo tú, Will Traynor le dirías a una mujer cómo usar un maldito vestido.
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- Espere, ¿esto
tiene alcohol?
- Por supuesto, querida. Y te aconsejo que te embriagues lo más que puedas. Escuché el rumor de que el padre de la novia va a torturarnos con otro discurso.
- No puedo, debo conducir a Will a casa.
- Sí, el joven Will. Él era su oportunidad. El único de ese grupo que valía la pena. Una verdadera lástima.
- Bueno, no se murió.
- Me refería a ella, no a él. Cuídalo. Él es bueno. Escucha a alguien que sabe. Cuatro matrimonios, hasta ahora.
- Por supuesto, querida. Y te aconsejo que te embriagues lo más que puedas. Escuché el rumor de que el padre de la novia va a torturarnos con otro discurso.
- No puedo, debo conducir a Will a casa.
- Sí, el joven Will. Él era su oportunidad. El único de ese grupo que valía la pena. Una verdadera lástima.
- Bueno, no se murió.
- Me refería a ella, no a él. Cuídalo. Él es bueno. Escucha a alguien que sabe. Cuatro matrimonios, hasta ahora.
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Acércate. Hueles
increíble. Nunca hubiera tenido esos pechos tan cerca si no estuviera en esta
silla.
- ¿De veras? Nunca habrías mirado estos pechos de no estar en una silla de ruedas.
- ¿Qué? Por supuesto que sí.
- No, no lo habrías hecho.
- Habrías estado ocupado con rubias de piernas largas. Esas que huelen el dinero a 50 metros. Yo habría estado allí sirviendo las bebidas. Una de las invisibles. ¿Tengo razón?
- Sí, pero en mi defensa yo era un desgraciado.
- Sí.
- ¿De veras? Nunca habrías mirado estos pechos de no estar en una silla de ruedas.
- ¿Qué? Por supuesto que sí.
- No, no lo habrías hecho.
- Habrías estado ocupado con rubias de piernas largas. Esas que huelen el dinero a 50 metros. Yo habría estado allí sirviendo las bebidas. Una de las invisibles. ¿Tengo razón?
- Sí, pero en mi defensa yo era un desgraciado.
- Sí.
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- Hace dos años que
estoy con él. Su vida es difícil. Cuando está contigo esconde su dolor. Pero
hubo veces en que me quedé y lo oí gritar. En sus sueños, aún corre o esquía
hace cosas y cuando se despierta no hay nada que pueda decirle. No puedo
juzgarlo por lo que quiere hacer. Es su elección.
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- Viniste a hacerme
mi última taza de té.
- En realidad, no. Vine a secuestrarte. Voy a robarte y te llevaré a...
- ¿Adónde?
- A Río. O a casa de mis padres. Aún no lo decidí.
- En realidad, no. Vine a secuestrarte. Voy a robarte y te llevaré a...
- ¿Adónde?
- A Río. O a casa de mis padres. Aún no lo decidí.
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